Pocas veces un título ha tenido tanto peso como la cuarta Copa América de Brasil, lograda en julio de 1989 ante la Uruguay de Francescoli y Rubén Sosa en Maracanã. Este éxito de La Canarinha de Bebeto y Romário estuvo acompañado de simbolismo por tres razones históricas. Supuso la venganza del Maracanazo, cortó una doble sequía de 40 años sin ganar dicha competición y de 19 años sin alzar títulos y sentó las bases de una nueva era en la que Brasil pasó de tricampeona a pentacampeona del mundo.
La Copa de Europa y las tres Ligas seguidas avalaban el trabajo de Johan Cruyff en el verano de 1993, cuando este dio otra vuelta de tuerca con el fichaje de Romário. La llegada del brasileño varió el ecosistema, dotó al equipo de su versión más demoledora y completó una terna de extranjeros de lujo junto a Stoichkov, Laudrup y Koeman. Todos ellos posaron en la presentación acompañados de la savia nacional. El Dream Team empezó la 1993/94 con la cuarta Liga y la Copa de Europa como objetivos.