Pocas veces un título ha tenido tanto peso como la cuarta Copa América de Brasil, lograda en julio de 1989 ante la Uruguay de Francescoli y Rubén Sosa en Maracanã. Este éxito de La Canarinha de Bebeto y Romário estuvo acompañado de simbolismo por tres razones históricas. Supuso la venganza del Maracanazo, cortó una doble sequía de 40 años sin ganar dicha competición y de 19 años sin alzar títulos y sentó las bases de una nueva era en la que Brasil pasó de tricampeona a pentacampeona del mundo.
El Mundial de 1958 proclamó a un niño prodigio de 17 años como rey del fútbol. Edson Arantes do Nascimento, Pelé, emocionó al planeta con una exaltación de jogo bonito y resultó decisivo para que Brasil ganase el primero de sus cinco Mundiales, marcando seis goles en cuatro partidos (uno a Gales en los cuartos, tres a Francia en las semifinales y dos a Suecia en la final).
A Brasil le valía el empate para ser campeón. Uruguay solo dependía de la victoria en Maracanã. Friaça adelantó a los de Flavio Costa al inicio del segundo tiempo. Obdulio Varela, reclamando fuera de juego tras el gol brasileño, rebajó la euforia y Uruguay se adueñó de la situación. Schiaffino empató y Ghiggia silenció Maracanã. El Maracanazo.
La de Brasil 1950 fue la primera Copa del Mundo después de la II Guerra Mundial. Brasil, para la ocasión, construyó el estadio más grande del mundo, conocido como Maracanã. Este era el escenario perfecto para que Brasil, que aún no se había estrenado como campeón del mundo, iniciase su hegemonía como rey del fútbol. A La Canarinha le valía con empatar ante Uruguay para conseguirlo. Mientras que La Celeste estaba obligada a ganar en Maracanã para ser campeona.
El diario que el Doctor Sócrates escribió durante España 1982 y que luego reprodujo la revista Placar. El Mundial contado desde dentro. Anécdotas, confesiones y una tremenda decepción final.