La previa de la Promoción de la 1941/42 en Chamartín. Primera y única vez que el Barcelona se jugó su plaza de Primera
El FC Barcelona es, junto al Real Madrid y al Athletic Club, uno de los tres privilegiados del fútbol español que jamás ha descendido. Sin embargo, una vez se metió en un lío monumental que pudo costarle la categoría. El conjunto catalán acabó antepenúltimo en la Liga de la 1941/42 y se jugó, por primera y única vez en su historia, la supervivencia en la máxima categoría. Disputó la Promoción ante el Real Murcia, de Segunda División, a partido único en una sede neutral. Este envite a cara de perro, como para darle más picante, lo acogió el feudo del Real Madrid, el antiguo Chamartín. Si el Barcelona ganaba conservaba su plaza. Pero, por el contrario, el triunfo pimentonero ascendía a los de La Condomina y mandaba a Segunda al Barça.
El examen definitivo de un curso de sensaciones encontradas. Por un lado el Barcelona, el mismo equipo que casi descendió de forma directa se proclamó, contra todo pronóstico, campeón de la Copa del Generalísimo una semana antes de enfrentarse al Murcia en la Promoción. Por otro lado el Murcia, al que el ascenso directo se le esfumó en la última jornada de la liguilla y le tocó jugarse la última carta ante un rival poco propicio en su afán por regresar a la categoría que perdió en la campaña anterior. El conjunto pimentonero ascendió por primera vez a Primera en la 1939/40, la campaña inmediatamente posterior a la Guerra Civil. Su debut en la máxima categoría se saldó con el descenso y de nuevo estaba en disposición de subir, siempre y cuando ganase la Promoción. En realidad nadie contaba con el Murcia. Si ascendía y mandaba al Barcelona a Segunda sería considerado como una heroicidad. El Barcelona partía como claro favorito y, además, llegaba completamente revitalizado tras su triunfo en la Copa. Ganó 4-3 al Athletic de Iriondo, Panizo, Zarra, Gárate y Gainza, la considerada mejor delantera de España, en una tremenda final en Chamartín. Además, la consecución de la Copa devolvió la senda de los títulos tras más de una década de sequía: el último título nacional databa de la Liga de la 1928/29.
Faltando tres jornadas para el final, ocupaba puestos de descenso directo. La situación era de alarma máxima, agraviada por llevar nueve jornadas sin abandonar la penúltima plaza, que conducía a Segunda. Pero el Barcelona reaccionó a tiempo. Se salvó del descenso en la última jornada y luego alzó la Copa contra todo pronóstico. Hay que atribuirle el mérito de la reacción a Josep Nogués. El ex portero blaugrana cogió las riendas después de la dimisión de Ramón Guzmán a raíz del esperpéntico 6-0 sufrido en Los Cármenes ante el Granada, donde jugaba César. Nogués le cambió la cara al equipo: evitó el descenso directo, ganó la Copa y le quedaba un partido para cerrar el círculo. Debía ganar al Murcia para sellar la salvación. Para la final más importante, la de la supervivencia, el técnico culé salió con Miró; Zabala, Benito; Raich, Rosalench, Franco; Sospedra, Escolà, Mariano Martín, Balmanya y Valle. Hubo varios cambios respecto al once que ganó al Athletic una semana antes: Franco por Llácer y Valle por Bravo.
Debut de entrenador en la Promoción
Para la Promoción, el conjunto pimentonero contó con un nuevo inquilino en el banquillo. Severiano Goiburu reemplazó a José Planas, ex jugador y ex entrenador del Barcelona que había dirigido esta campaña a los de La Condomina. Una vez que el Murcia quedó eliminado de la Copa (octavos de final, Valladolid), Planas renunció a enfrentarse al club de sus amores en una cita de tanta trascendencia histórica y le sustituyó Goiburu, que dispuso de un mes para preparar la Promoción. Recién llegado, con 35 años, le recayó la posibilidad de lograr lo inusual. Un ascenso en su debut. Del navarro cabía destacar lo siguiente: jugó en el Barcelona, ganó la Liga y la Copa con el Valencia, fue el primer internacional español del Osasuna y se estrenó como entrenador murciano la misma campaña que jugó en el Levante. Además del fútbol, Goiburu también destacó en otras disciplinas deportivas. Fue pelotari profesional y jugador internacional de ping-pong. Atleta nato.
La consecución de la Copa por parte del Barcelona incrementó la dificultad de la difícil misión de Goiburu, sin embargo, el nuevo entrenador mentalizó al vestuario de que con entusiasmo hasta las metas más inalcanzables eran posibles: "Hoy el Barcelona es el más temible adversario después de haber conquistado el Campeonato de España. Si ponemos la mano en el corazón, hemos de confesar que las posibilidades son tan pocas que casi ni se adivinan. Pero cuando un equipo tiene el entusiasmo del Murcia, opciones las hay siempre. El Murcia tiene que hacer honor a lo que ha sabido ganarse a fuerza de tesón". Para tal empresa, contó con tres bajas en el frente ofensivo que solventó de la siguiente forma: "No he tenido que cavilar mucho para designar a los defensas y medios; pero para elegir a los delanteros he echado mano de los medios porque tres de nuestros mejores elementos no están en disposición de jugar". Esta es, por consiguiente, la alineación que Goiburu presentó en Chamartín: Suárez; Novo, Sierra; Castro, Romeo, Neira; Vega, Rancel, Vilanova, Solé y Huguet.
Gol del Murcia y rápida respuesta del Barcelona
Los jugadores murcianos siguieron al pie de la letra los designios de su entrenador. Jugaron con pundonor y sin complejos, liberados de la presión que le corresponde al grande en apuros. El entusiasmo demandado por Goiburu se reflejó en cada ataque sobre el marco defendido por Miró. El Murcia sacrificó la contención y jugó una sola carta, la del ataque. Como el Barcelona. Ello provocó que el partido fuese un festín para los atacantes: las líneas ofensivas estuvieron casi en línea, los extremos jugaron sueltos y los defensas marcaron poco al contrario, lo que provocó que los arietes dispusieran de espacios para el desmarque. No obstante, en la primera parte, el Barça no fue el equipo resucitado de la Copa. Se pareció, más bien, al de la Liga: apático, fatigado y errático. Atendiéndose, en definitiva, al desarrollo de los primeros 45 minutos, el Murcia reunió más méritos que el Barcelona.
El tesón murciano encontró su recompensa con el tanto que puso patas para arriba la Primera División en el minuto 23. Sin embargo, este se encontró con la respuesta inmediata de los de Nogués. Huguet adelantó al Murcia con un golazo de falta: disparó con potencia y encontró la escuadra de Miró tras dar en el poste. El Barça estuvo en Segunda cuatro minutos, los que tardó Mariano Martín en empatar. El ariete de 22 años (el primer Pichichi de la historia del club y el máximo goleador azulgrana entre 1940 y 1944) fue el héroe de la final ante el Athletic y reclamó aquí también su estado de gracia. En el gol del empate se zafó de dos defensores y definió con clase ante Suárez. El palentino rescató a los culés en su peor momento frente a un Murcia que, a pesar del zarpazo de Martín, continuó jugando igual de bien. El portero Suárez cortaba los centros laterales de Sospedra y Huguet, Solé, Romeo y Vega lanzaban las transiciones ofensivas. No obstante, el que tuvo una actuación desafortunada fue el ex valencianista Vilanova, el máximo goleador del equipo con 22 goles en la 1941/42. Vilanova perdonó al Barça al final del primer tiempo y al principio del segundo. Ahí tuvo el Murcia el ascenso mientras la contienda estaba empatada a un gol.
Mariano Martín deja al Barcelona en Primera
El Murcia dejó con vida a un Barcelona que le había visto las orejas al lobo. Este último, viendo que su supervivencia estaba comprometida de verdad, reaccionó –con más pegada que juego–y, ahora sí, se pareció al equipo de la Copa. Escolà y Rosalench monopolizaron la pelota y Mariano Martín finiquitó al Murcia con una actuación primorosa. El punta activó el modo apisonadora en la segunda parte: estableció el segundo en el 61', el tercero en el 72', asistió en el cuarto a Sospedra en el 77' y anotó el definitivo 5-1 en el 89'. En total marcó un póker (pudieron ser cinco si el árbitro Pedro Escartín no le hubiese anulado un tanto) y dio el otro gol a Sospedra. Martín dejó al Barcelona en Primera y al Murcia, resignado, sin ascenso y en Segunda. Independientemente del resultado, El Murcia dejó una gran imagen. Aguantó con empate una hora y con derrota por la mínima casi hasta el último cuarto. Solo bajó los brazos a partir del tercer gol. Martín, enorme, tuvo el acierto que le faltó a Vilanova y el cuadro de Les Corts goleó 5-1 al Murcia con tres goles en el último cuarto. Se impuso la mayor calidad de los de la Ciudad Condal, aunque los de Goiburu no merecieron un castigo tan severo.
La permanencia, unido al título de la Copa del Generalísimo, sacaron al Barcelona de la peor época de su historia, narrada así por el propio club azulgrana en su web: "Los momentos más amargos de la historia del FC Barcelona fueron los primeros años de la posguerra. El club no desapareció por muy poco. La dura represión y la depuración llevada a cabo por las autoridades dictatoriales desnaturalizaron a la entidad. Sin embargo, gracias a la plantilla que se configuraría en los años posteriores, se llegó a la década de los cincuenta con el equipo plenamente resurgido". Contó Mariano Martín que el presidente de la entidad, el Marqués de la Mesa de Asta, le comentó que o ganaban la Promoción o que se tendrían que exiliar. El Barcelona salvó ya no solo su supervivencia en Primera, sino su futuro, y sentó las bases de los éxitos venideros con Kubala al frente. Por su parte, el Murcia logró su segundo ascenso a la división de honor en la 1943/44 y se mantuvo tres campañas consecutivas, algo que solo igualó de 1986 a 1989. El cuadro pimentonero eludió el descenso con dos undécimos puestos en las temporadas 1944/45 y 1945/46 y bajó, finalmente, ante la Real Sociedad en la Promoción de la 1946/47.
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