Mostovoi y Karpin convirtieron a Vigo en una de las principales capitales europeas del fútbol
Coincidieron por primera vez en el Spartak de Moscú cuando ambos eran dos jóvenes promesas repletas de potencial. Formaron parte de ese gran Spartak que eliminó al Nápoles de Maradona y al Real Madrid en la Copa de Europa de la temporada 1990/91. Se plantaron en las semifinales, pero poco pudieron hacer ante el Olympique de Marsella de Raymond Goethals. El Estrella Roja, otro gran equipo, venció al OM en la final y se llevó esa Orejona. Era el auge de los equipos del Este justo antes de su caída, precipitada por los cambios políticos.
La disolución de la URSS, en diciembre de 1991, provocó que las quince Repúblicas Soviéticas se convirtieran en estados independientes. También dejaron de existir con anterioridad el Telón de Acero y el Muro de Berlín. Ello provocó que Europa del Este volviera a estar conectada con Occidente, teniendo también un efecto directo sobre el fútbol. No en vano, en los tiempos de la Unión Soviética, el régimen comunista no permitía que sus jugadores abandonaran el país. Pero todo cambió con la apertura al exterior: numerosos futbolistas soviéticos abandonaron sus respectivas fronteras con rumbo a otras ligas europeas. A este respecto, el campeonato español se nutrió de rusos durante la década de los 90. Entre ellos están los dos protagonistas de estas líneas.
Cinco temporadas juntos en el Celta
Aleksandr Mostovoi abandonó Moscú en el mercado invernal de la 1991/92. Tuvo un difícil paso por el Benfica y volvió a sentirse futbolista en Francia, en el Caen primero y en el Estrasburgo después. Valeri Karpin, por su parte, salió del Spartak y llegó a la Liga tras su participación con Rusia en el Mundial de 1994. El ruso de origen estonio triunfó en la Real Sociedad y no cuajó en el Valencia. Después aceptó la propuesta del Celta de Vigo, donde se reencontró con su antiguo compañero del Spartak y de la selección rusa. El conjunto olívico fichó a Mostovoi en la 1996/97 y a Karpin en la 1997/98. Mostovoi estuvo ocho campañas y Karpin cinco. Durante este periodo, el Celta disputó competiciones europeas seis temporadas consecutivas. Seis, sí. Lo hizo causando admiración por su juego tan coral, interpretado a la perfección por los dos ex futbolistas del Spartak. Karpin, punzante y perseverante. Mostovoi, imaginativo y talentoso. La revolución rusa que convirtió a Vigo en unas de las principales capitales europeas del fútbol.
Se dio la casualidad –si es que esta existe– de que ambos jugaron contra el Celta en Balaídos cuando militaban en el Spartak de Moscú. Ocurrió en el Trofeo Ciudad de Vigo, torneo amistoso que disputaron Celta, Sevilla y Spartak en agosto de 1990 y que se llevaron los moscovitas. Karpin y Mostovoi se midieron al Celta (1-1) en el último partido y fueron protagonistas de una tangana, en la que se enfrentaron a medio equipo celeste. La afición celtiña conoció de primera mano el carácter volcánico de sus futuros ídolos.
A Mostovoi se le conoció como El Zar, en clave de emperador ruso del fútbol. O como El Zar de Balaídos por su enorme repercusión en el Celta. Sin embargo, El Zar casi acabó derrocado en su primera temporada; con ese famoso incidente ante el Sporting en El Molinón, en el que amenazó con irse del campo a diez minutos del final. Que Mostovoi no funcionara se vio influenciado por la inercia negativa del equipo, que logró una sufrida permanencia en las últimas jornadas. Pero todo cambió en la 1997/98 con la llegada de Karpin, Gustavo López, Djorović y Míchel Salgado (de vuelta tras su cesión a la UD Salamanca), los refuerzos de calidad que Mostovoi demandaba a su lado para que el equipo creciera, como así fue. Asimismo, la presencia de Karpin también ayudó en la adaptación y consagración de Alex. Karpin, por el contrario, se integró de inmediato a la disciplina celtista, ya que llevaba tres campañas en la liga española. Por lo tanto, ya con Karpin y Mostovoi a tope, el Celta estaba listo para iniciar su época de máximo esplendor. Un capítulo de belleza innegable, a pesar de que acabó en tragedia.
5-1 al Madrid, 4-0 a la Juve, 7-0 al Benfica...
El gran Celta se inició con la clasificación para la Copa de la UEFA con Jabo Irureta, se consolidó en la elite y alcanzó la excelencia en el juego con Víctor Fernández y, por último, logró el pase para la Liga de Campeones con Miguel Ángel Lotina. Este Celta pasó por encima de algunos campeones de Europa, lo que aumentó el prestigio del club de forma considerable. Esto se consiguió, ante todo, en las primeras campañas de Víctor Fernández. El Euro Celta de Víctor logró dos victorias ante el Liverpool y un triunfo ante el Aston Villa en Villa Park en la UEFA de la 1998/99; y también un memorable 5-1 ante el Real Madrid en La Liga de la 1998/99. Karpin y Mostovoi fueron decisivos ante el Liverpool en Balaídos, marcando un gol cada uno en el triunfo por 3-1 sobre los reds. Mostovoi también anotó en el 1-3 al Aston Villa y frente al Madrid en el 5-1. El Celta, entonces, ya se había ganado una excelente reputación, que incrementó en la 1999/00 con dos goleadas históricas en la UEFA. 4-0 a la Juventus y 7-0 al Benfica, con doblete de Karpin y gol de El Zar ante los lisboetas. Alex se vengó así de su ex equipo, el que no le dio minutos.
Cuando el Celta había hecho méritos para luchar hasta las últimas consecuencias por la UEFA, los cuartos de final supusieron una barrera imposible de rebasar. Los de Víctor Fernández cayeron en esta ronda hasta en tres ocasiones: Marsella en la 1998/99, Lens en la 1999/00 y Barcelona en la 2000/01. No obstante, la soñada posibilidad del título llegó con la Copa del Rey en 2001. Tras eliminar al Barça en las semifinales, con un gol de Mostovoi en el 3-1 de la ida ante los culés en Balaídos, la escuadra celtiña se enfrentó al Zaragoza en la final de La Cartuja de Sevilla. El Celta se presentó como favorito. Lo reafirmó con el gol inicial de Mostovoi en el minuto 4, pero resultó estéril. Los maños ganaron 3-1 y la Copa se fue a Zaragoza para desilusión del celtismo. Aquello supuso un duro golpe que se reafirmó en la siguiente temporada, la 2001/02. El conjunto olívico, aunque rozó la clasificación para la Champions, sufrió las tempranas eliminaciones en la UEFA y en la Copa: las noches negras ante el Slovan Liberec (victoria por 3-1 en Balaídos y derrota por 3-0 en Eslovaquia) y ante el Salamanca (1-0) en la Copa.
La clasificación para la Champions
Una etapa, maravillosa, acabó y se inició otra. Empezó brillante y acabó de la peor forma. Se pasó del cielo al infierno en tan solo dos temporadas. Lo contaremos desde el principio. Víctor Fernández se marchó. También Karpin. A este no se le renovó el contrato y volvió a la Real Sociedad tras cinco temporadas en el Celta (218 partidos y 39 goles). Por su parte, Miguel Ángel Lotina, que venía de ascender y consolidar al Osasuna en Primera División, reemplazó a Víctor en el banquillo. El técnico vasco contó con la jerarquía de un Mostovoi que ya no era un chaval, 34 años, para encabezar un Celta diferente. Más pragmático que vistoso.
El Celta de Lotina, sin embargo, protagonizó una extraordinaria temporada 2002/03. Quedó en cuarta posición y se clasificó para la Liga de Campeones. A la Champions por primera y única vez en 98 años de historia celeste. Con Víctor Fernández, por cierto, casi se logró el billete para la máxima competición continental en dos ocasiones (1998/99 y 2001/02), pero fue el técnico de Meñaca quién se reservó este privilegio. De esta histórica campaña, cabe destacar en especial un partido. El Celta-Real Sociedad de la penúltima jornada. El Celta de Mostovoi tenía la posibilidad de amarrar la Champions ante la Real Sociedad de Karpin, que, a su vez, llegaba a Balaídos como sorprendente líder. El conjunto txuri-urdin, por lo tanto, dependía de sí mismo para lograr su tercer título de Liga a falta de dos partidos para el final. Pues bien, el cuadro vigués ganó 3-2 a la Real (Mostovoi marcó el segundo gol de los de Lotina) y dio un vuelco al campeonato. El Celta se aseguró el pase a la Champions y sirvió en bandeja el título al Real Madrid, quién acabó entonando el alirón.
Descenso en la temporada de la Champions
La 2003/04, la temporada de la debacle, empezó con optimismo por lo inaudito. El cuadro gallego accedió a la fase de grupos de la Champions tras superar el escollo previo ante el Slavia de Praga. Mostovoi, que abrió el marcador en la ida, se convirtió en el primer goleador celtiña en la competición. En la vuelta, sin embargo, El Zar dejó a su equipo con diez en la recta final, con los checos amenazando con forzar la prórroga. Ángel y demonio. Ya en la fase de grupos, los de Lotina se midieron a Milan, Ajax y Brujas y se clasificaron como segundos tras el Milan, al que vencieron 1-2 en San Siro. Otra noche mágica. El Arsenal de Wenger, sin embargo, eliminó en los octavos a un Celta lastrado por sus problemas en La Liga. Radomir Antić había reemplazado a Lotina, destituido a finales de enero con el equipo al borde del descenso. El serbio tampoco enderezó el rumbo y le sustituyó Ramón Carnero en las últimas jornadas, sin que sirviera para evitar el fatídico desenlace. El Celta cayó al abismo de Segunda División con una de las mejores plantillas de España. El reinado de El Zar (290 partidos y 72 goles) acabó con el descenso y sin recibir su ficha anual en su última campaña. La ascensión del club fue directamente proporcional al elevado coste de mantener el proyecto. Las arcas se quedaron vacías y el descenso puso el fin a un modelo que vanaglorió al celtismo. Ni siquiera este negro final resta brillo a tantas noches mágicas, bajo la bandera de la revolución rusa que ondearon Alex y Valeri. El mejor Celta de la historia.
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Elisa (jueves, 24 marzo 2022 02:28)
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